martes, 13 de diciembre de 2011
Encuentro - poesía de Álamo D'Zubia
ENCUENTRO
Vagabundeaban, cimarronas, mis ansiedades
por los caminos de libertad sin nombre
y, apareciste tú, lozana y espléndida,
con tu sonrisa de hada traviesa
y tus pupilas de sol beodo
y me instaste ¡loca divinal!
a unir mi ideal a tu ideal.
Desde entonces
ha navegado mi ilusión en tus ojos.
He explorado el alabastro de tu piel,
buscando las huellas del amor.
Y me he perdido mil veces
en el apacible vórtice de tus orgasmos.
No pretendas, pues,
OH dorada crisálida de ensoñación,
que mis alas no enruten su destino
hacia la enhiesta espiga de tu belleza.
Agosto 30 de 1989.
sábado, 11 de junio de 2011
ÁLAMO D'ZUBIA - CUENTO - PRODIGIO DE LOS TRINOS
PRODIGIO DE LOS TRINOS
Cuando advirtió que la tarde se vestía de tristeza y de misterio, cerró los ojos. Se sumió en una congoja tan profunda que, parecía inaccesible a cualquier ideal humano. Masticó su dolor con despecho y con rabia. Más que hombre parecía una fiera ultra - sideral acorralada en un pozo oscuro. De sus labios brotó un murmullo que sonó a canción macabra o tal vez a desesperación sin fondo ni fin. Abrió los ojos y éstos, como palomas montaraces se le perdieron en el abismo azul que tantos sueños de tantos hombres se ha tragado desde su indefinible existencia. Se levantó con lentitud, y con igual parquedad encaminó sus pasos por un sendero que se le antojó imaginario, inmaterial, irreal. Le arrancó una hoja a un cetrino guamo y con ella enjugó la salobre perla de una lágrima que subió a sus ojos. Fijó sus ojos en una diminuta hormiga negra. Sonrió. Y, en aquella leve mueca fulguró un dolor de estrella herida. Siguió caminando igual de lerdo que antes. El crepúsculo lo miraba y en los destellos de sus ojos hechizados parecía mostrar satisfacción por la amargura de aquel pobre e insignificante errante. Un vientecillo, con sus tibios dedos acarició su frente. Él, con desdén quiso estrangularlo con sus manos, mas sólo logró casi llorar al ver frustrado su estúpido intento. Se dejó caer junto a un somnoliento sauce. Cerró una vez más los ojos, pero ahora anhelando dormir para siempre.
Largo rato había pasado desde que había caído bajo el viejo sauce cuando para sí, murmuró:
-¿Cuál es el camino DIOS mío?.
Se levantó despacio y miró al cielo. Sus ojos por primera vez en muchos años, se incendiaron destellando alegría.
-El poema de DIOS estoy recitando!. - Dijo al ver la comarca sideral, iluminada con gran cantidad de broches brillantes.
-Prestadme os pido - exclamó con ansiedad - siquiera sea una de vuestras antorchas mágicas para buscar un sendero que desde el instante en que dejé de ser niño he perdido.
Toda su dicha duró sólo un instante, pues cuando era su sonrisa más amplia y su mirada más ávida, un oscuro telón, halado por invisible mano, saboteó la comunicación de su espíritu con las lejanas luminarias que desde hacía muchos años no le maravillaban. Increpó furioso al numen celoso que inspiró o realizó tal saña y detestó su suerte preñada sólo de frías quimeras.
Despreocupado volvió a caminar por esos campos sin nombre y un bosque cuajado de burdas ideas le pareció su mente. Sintió odio por su sangre roja y caliente que le mantenía vivo en este mundo inclemente. Mas le faltó valor para secar su manantial vital. Un cedro frondoso, envuelto igual que él por las tinieblas nocturnas, miró conmovido el llorar de tan miserable criatura.
Pasaron las horas una tras otra. Él vegetaba, sólo vegetaba. Parecía dormir pero no más vegetaba. Y preguntaba:
-¿Cuál, D I O S mío, es el camino?
Se fue entonces sumiendo en apacible sueño cuando ya casi llegaba AURORA a saludar con su reluciente lenguaje al cosmos y a la tierra. Fue así que, de pronto pudo escuchar los trinos, y por primera vez entendió su idioma.
-¿Cuál es el camino? ¿Me lo podréis enseñar? Mirad que me hallo perdido en mitad del cosmos. Mirad que vivo aferrado a una búsqueda infructuosa. Mirad que hay una estrella intocada a la que poseer me resulta imposible. - decía todo esto a los trinos con tono que traslucía sus tedios.
Y los trinos, tras sus ecos finos y dicharacheros llegaron a sus oídos y en coro decían así:
-No es imposible esa estrella ni para tí ni para nadie. Mas bien es el hombre quien resulta imposible para ella. Aprende que si el A M O R a la par con la paz te obsesionan debes primero ser tú, propiamente tú, A M O R y Paz.
Despertó súbitamente y dijo muy quedo:
-A M O R y Paz, esas son las cosas más bellas que ambiciona el hombre. Mas, cuando está a punto de alcanzarlas, con su proceder insensato las asusta, entonces huyen despavoridos, dejándole siempre las manos vacías y condenado a continuar nutriéndose del amargo dolor del mundo y de sus propios desatinos.
ÁLAMO D'ZUBIA. Diciembre 6 de 1983.
sábado, 21 de mayo de 2011
COMENTARIO DEL AUTOR
El poema que se presenta a continuación, pertenece al libro "El Camino De Los Cantos", publicado en Junio de 2008, impreso en los talleres de la Editorial Manigraf de Manizales. Fuen escrito en momentos en que el mundo y Colombia se debatían en una enorme zozobra. Una época en que era imposible confiar en nadie. Tal situación generó en mi alma tanto desconcierto que en mis ratos de reflexión al respecto, fue apareciendo el poema que ahora les entrego.
SOLITUD
Quiero hoy estar solo,
acariciando en el silencio
las famélicas sombras del pasado.
Impulsando a mi espíritu
para que salte al abismo del futuro.
Definitivamente, hoy no quiero compañía.
Es preferible navegar en mares de soledad
a ir de la mano con quien al final del camino,
igual que serpiente rencorosa,
morderá nuestra fe imperiosa,
enseñándonos a odiar y a maldecir.
Nada hay hoy que me conduzca
a los sonrientes oteros de la amistad.
Destila el hombre tanta felonía,
que, de cada palabra suya
asciende, imponderable, un hedor a muerte.
A veces, cerca del hombre,
se opaca la luz que transciende
tras fúlgida esperanza
que fortalecerá el deseo de continuar
la férvida canción del caminante
enamorado de las confusas hadas
que van nutriendo de Amor el corazón.
Quiero hoy estar solo.
Si de todos modos, un día
se me ha de entregar maniatado
a las furibundas bestias del abandono,
¿Por qué abrirle debo los brazos
a multitudes atiborradas de odios contenidos,
en cuyas miradas, palpitan y amenazan los abismos?.
Todo en derredor son meras sinfonías
de tedios arañando las vísceras de la ilusión.
Todo no es más que un carrusel de sombras,
girando en las dimensiones de lo abstruso.
¿Y, el hombre?
Al hombre, víctima de ceguedad espiritual,
le ha sido castrada la pureza de sus ideas.
Y, echado al lodo las pocas esquirlas
que le restan de un honor
solamente conocido en borradas fábulas.
Todo tiembla en el fondo de nuestras entrañas
como sacudido por monstruos aberrantes.
La sensual hembra llamada: Confianza,
cruza pirales selvas de abstracción,
y es asechada por la gélida serpiente de la duda.,
quien la sorprende mordiendo sus gráciles muslos
que, hasta entonces, de seguridad fueran prototipo.
Todo pues, sonríe y brilla
con la insolente impavidez de las piedras.
Hay diariamente paganos altares
donde estultos ritos a vacuos dioses
convierten la mansedumbre de los hombres,
sino en la idiotez desesperada,
por lo menos sí en ferocidad incontenida.
Todo cobra aurífero brillo y se abalanza
contra las endebles conciencias carcomidas por el hambre.
Los ojos que, en su color aguamarina o esmeralda,
azabache o chocolate, dejan entrever espíritus
fraguados en las piras del rencor,
amaestrados para hundirse en las abismales
y tremolantes honduras de la sangre,
igual que extraños vampiros insaciables.
Todo amamanta, pues, las feraces larvas
donde palpitan ocultas las mariposas de la muerte.
Quiero hoy estar solo.
Voy a asomarme por las ventanas de mi miedo.
Y, hasta que mis pulmones se desangren,
voy a gritarle al universo
que, al menos, me conceda una estrella
sobre la cual puedan revolotear
las melancólicas piraustas de mis sueños.
Quiero hoy estar solo.
Pues, entre las turbas es factible
encontrar quien nos ate cadenas,
con pedrerías engastadas acaso,
pero, cadenas humillantes después de todo.
Hay quienes lo entregan todo
a cambio del oropel de una corona.
Yo prefiero la pureza de una aureola.
¡Sube espíritu a la cima!
Aunque nadie sepa que allí estás,
tú, en el silencio, eres rey del universo.
Quiero hoy estar solo.
No acercaré la fragilidad de mi mano
a los nauseabundos hocicos de la hipocresía
que socarronamente mira mis distracciones.
Hoy no seré yo quien vaya a sus entrañas.
No seré yo el brillo de su fatua corona.
No estaré yo postrado a sus plantas.
Ni seré su idólatra adulador, pues,
la vida sólo es tal cuando se alza y brilla,
no cuando por el fango se arrastra y opaca.
Todo debe ir caminando de frente a las estrellas.
Pero el hombre, daga en mano, camina hacia el hombre.
Caminar más de un hombre un mismo sendero
es igual a entrar en una cueva infestada de crótalos.
A nadie daré hoy una sonrisa de amistad.
Sólo obtendría muecas de burla.
Porque si queréis bellos gestos en vuestros amigos,
deberán brillar, no de sinceridad vuestros ojos,
sino las riquezas de vuestras arcas.
Preparad la carroña de vuestros sentimientos
para que festejen los buitres del desdén.
Todo, allá en los cantiles de la tarde,
brilla con la sutilidad de los idilios.
Pero todo, acá en los oxidables abismos de los hombres,
se enciende de incógnitas envidias.
Hoy, amistad, no esperes me tienda bajo tus frondas,
prefiero la tenebrosa canción de los silencios
a la engañosa estridencia de tu algarabía
y a tu asecho camuflado en las sonrisas.
Y a tu falsedad, palpitando en cada mano tendida.
Todo está hoy vestido de amargo escepticismo.
Los tentáculos de la desconfianza ya me han alcanzado.
Desconfianza... ¡Qué martirizante sentimiento!
¡Qué innoble, mas, necesario escudo!
¡Qué faro de luz más desconcertante!
¡Qué canción más abominable, pero inevitable!.
Si existiera de credibilidad alguien digno,
sería éste cual única estrella en una eterna noche.
Flor única sobreviviendo a las hecatombes.
Ya el diamante y la flor se han revestido
con carne de bestias alucinadas
y con brillo agobiante de estrella maldita.
No quiero hoy encerrarme
en los círculos asfixiantes
de pretensiones petulantes
que atacan al corazón inerme
con sus torvos gritos de humillación.
El hombre debe izar muy alto
la irrompible bandera de su Yo.
El hombre está llamado a caminar sobre estrellas
y a cubrir su desnudez con copos de nubes
y a conquistar los indomeñables arcanos
en el aterciopelado lomo de nocturnales vientos...
Entonces... ¿Por Qué he de plagarme de miserias
y con ellas arrastrarme por el suelo
cual el más desdichado de los reptiles?
Si puedo ser luz, jamás aceptaré ser tiniebla.
Si puedo ser cumbre, me niego a ser fango.
Si puedo ser flor, inútil será pedirme que sea espina.
Quiero hoy estar solo.
y beberé las ocultas mieles del amor
en cálices de espuma y sol.
De la sierpe el luctuoso vaho no me alcanzará.
Desde el vacío vértice de mis soledades
diviso ondular banderas de imposibles
en todos los alcores de la tierra.
Y bandadas de alciones discurriendo
por sobre mortales esplendores oceánicos.
Todo rueda por cantiles de zafiro
A las tenebrosas simas de lo incierto.
El hombre es un prado habitado por demonios
y un lago donde viven derrumbados.
Fondearé hoy la leve barcaza de mi mirar
junto a los playones del horizonte.
Y si las nubes arrasan los vagorosos carros
que transportan mis sueños a las estrellas,
bajaré al estéril fondo de mis silencios
por si posible fuera extirparle a la nada
aureoladas guitarras para cantarle al Amor.
Todo cuanto gira en torno al hombre
es rara mixtura de desdicha y Amor.
Si, como creo, por cada humano que nace,
DIOS en el cosmos enciende una estrella...
¿Por qué pretendéis dar luz a mis caminos
con insulsas palabras que ni siquiera
vuestra castrada inteligencia logra entender?.
Todo en torno es eco de incoherentes griterías.
Y YO , igual que un loco pájaro errante,
quiero irme hoy por el mundo... pero... Solo
Mayo 5 de 1988.
El poema que se presenta a continuación, pertenece al libro "El Camino De Los Cantos", publicado en Junio de 2008, impreso en los talleres de la Editorial Manigraf de Manizales. Fuen escrito en momentos en que el mundo y Colombia se debatían en una enorme zozobra. Una época en que era imposible confiar en nadie. Tal situación generó en mi alma tanto desconcierto que en mis ratos de reflexión al respecto, fue apareciendo el poema que ahora les entrego.
SOLITUD
Quiero hoy estar solo,
acariciando en el silencio
las famélicas sombras del pasado.
Impulsando a mi espíritu
para que salte al abismo del futuro.
Definitivamente, hoy no quiero compañía.
Es preferible navegar en mares de soledad
a ir de la mano con quien al final del camino,
igual que serpiente rencorosa,
morderá nuestra fe imperiosa,
enseñándonos a odiar y a maldecir.
Nada hay hoy que me conduzca
a los sonrientes oteros de la amistad.
Destila el hombre tanta felonía,
que, de cada palabra suya
asciende, imponderable, un hedor a muerte.
A veces, cerca del hombre,
se opaca la luz que transciende
tras fúlgida esperanza
que fortalecerá el deseo de continuar
la férvida canción del caminante
enamorado de las confusas hadas
que van nutriendo de Amor el corazón.
Quiero hoy estar solo.
Si de todos modos, un día
se me ha de entregar maniatado
a las furibundas bestias del abandono,
¿Por qué abrirle debo los brazos
a multitudes atiborradas de odios contenidos,
en cuyas miradas, palpitan y amenazan los abismos?.
Todo en derredor son meras sinfonías
de tedios arañando las vísceras de la ilusión.
Todo no es más que un carrusel de sombras,
girando en las dimensiones de lo abstruso.
¿Y, el hombre?
Al hombre, víctima de ceguedad espiritual,
le ha sido castrada la pureza de sus ideas.
Y, echado al lodo las pocas esquirlas
que le restan de un honor
solamente conocido en borradas fábulas.
Todo tiembla en el fondo de nuestras entrañas
como sacudido por monstruos aberrantes.
La sensual hembra llamada: Confianza,
cruza pirales selvas de abstracción,
y es asechada por la gélida serpiente de la duda.,
quien la sorprende mordiendo sus gráciles muslos
que, hasta entonces, de seguridad fueran prototipo.
Todo pues, sonríe y brilla
con la insolente impavidez de las piedras.
Hay diariamente paganos altares
donde estultos ritos a vacuos dioses
convierten la mansedumbre de los hombres,
sino en la idiotez desesperada,
por lo menos sí en ferocidad incontenida.
Todo cobra aurífero brillo y se abalanza
contra las endebles conciencias carcomidas por el hambre.
Los ojos que, en su color aguamarina o esmeralda,
azabache o chocolate, dejan entrever espíritus
fraguados en las piras del rencor,
amaestrados para hundirse en las abismales
y tremolantes honduras de la sangre,
igual que extraños vampiros insaciables.
Todo amamanta, pues, las feraces larvas
donde palpitan ocultas las mariposas de la muerte.
Quiero hoy estar solo.
Voy a asomarme por las ventanas de mi miedo.
Y, hasta que mis pulmones se desangren,
voy a gritarle al universo
que, al menos, me conceda una estrella
sobre la cual puedan revolotear
las melancólicas piraustas de mis sueños.
Quiero hoy estar solo.
Pues, entre las turbas es factible
encontrar quien nos ate cadenas,
con pedrerías engastadas acaso,
pero, cadenas humillantes después de todo.
Hay quienes lo entregan todo
a cambio del oropel de una corona.
Yo prefiero la pureza de una aureola.
¡Sube espíritu a la cima!
Aunque nadie sepa que allí estás,
tú, en el silencio, eres rey del universo.
Quiero hoy estar solo.
No acercaré la fragilidad de mi mano
a los nauseabundos hocicos de la hipocresía
que socarronamente mira mis distracciones.
Hoy no seré yo quien vaya a sus entrañas.
No seré yo el brillo de su fatua corona.
No estaré yo postrado a sus plantas.
Ni seré su idólatra adulador, pues,
la vida sólo es tal cuando se alza y brilla,
no cuando por el fango se arrastra y opaca.
Todo debe ir caminando de frente a las estrellas.
Pero el hombre, daga en mano, camina hacia el hombre.
Caminar más de un hombre un mismo sendero
es igual a entrar en una cueva infestada de crótalos.
A nadie daré hoy una sonrisa de amistad.
Sólo obtendría muecas de burla.
Porque si queréis bellos gestos en vuestros amigos,
deberán brillar, no de sinceridad vuestros ojos,
sino las riquezas de vuestras arcas.
Preparad la carroña de vuestros sentimientos
para que festejen los buitres del desdén.
Todo, allá en los cantiles de la tarde,
brilla con la sutilidad de los idilios.
Pero todo, acá en los oxidables abismos de los hombres,
se enciende de incógnitas envidias.
Hoy, amistad, no esperes me tienda bajo tus frondas,
prefiero la tenebrosa canción de los silencios
a la engañosa estridencia de tu algarabía
y a tu asecho camuflado en las sonrisas.
Y a tu falsedad, palpitando en cada mano tendida.
Todo está hoy vestido de amargo escepticismo.
Los tentáculos de la desconfianza ya me han alcanzado.
Desconfianza... ¡Qué martirizante sentimiento!
¡Qué innoble, mas, necesario escudo!
¡Qué faro de luz más desconcertante!
¡Qué canción más abominable, pero inevitable!.
Si existiera de credibilidad alguien digno,
sería éste cual única estrella en una eterna noche.
Flor única sobreviviendo a las hecatombes.
Ya el diamante y la flor se han revestido
con carne de bestias alucinadas
y con brillo agobiante de estrella maldita.
No quiero hoy encerrarme
en los círculos asfixiantes
de pretensiones petulantes
que atacan al corazón inerme
con sus torvos gritos de humillación.
El hombre debe izar muy alto
la irrompible bandera de su Yo.
El hombre está llamado a caminar sobre estrellas
y a cubrir su desnudez con copos de nubes
y a conquistar los indomeñables arcanos
en el aterciopelado lomo de nocturnales vientos...
Entonces... ¿Por Qué he de plagarme de miserias
y con ellas arrastrarme por el suelo
cual el más desdichado de los reptiles?
Si puedo ser luz, jamás aceptaré ser tiniebla.
Si puedo ser cumbre, me niego a ser fango.
Si puedo ser flor, inútil será pedirme que sea espina.
Quiero hoy estar solo.
y beberé las ocultas mieles del amor
en cálices de espuma y sol.
De la sierpe el luctuoso vaho no me alcanzará.
Desde el vacío vértice de mis soledades
diviso ondular banderas de imposibles
en todos los alcores de la tierra.
Y bandadas de alciones discurriendo
por sobre mortales esplendores oceánicos.
Todo rueda por cantiles de zafiro
A las tenebrosas simas de lo incierto.
El hombre es un prado habitado por demonios
y un lago donde viven derrumbados.
Fondearé hoy la leve barcaza de mi mirar
junto a los playones del horizonte.
Y si las nubes arrasan los vagorosos carros
que transportan mis sueños a las estrellas,
bajaré al estéril fondo de mis silencios
por si posible fuera extirparle a la nada
aureoladas guitarras para cantarle al Amor.
Todo cuanto gira en torno al hombre
es rara mixtura de desdicha y Amor.
Si, como creo, por cada humano que nace,
DIOS en el cosmos enciende una estrella...
¿Por qué pretendéis dar luz a mis caminos
con insulsas palabras que ni siquiera
vuestra castrada inteligencia logra entender?.
Todo en torno es eco de incoherentes griterías.
Y YO , igual que un loco pájaro errante,
quiero irme hoy por el mundo... pero... Solo
Mayo 5 de 1988.
sábado, 7 de mayo de 2011
ÁLAMO D'ZUBIA - RESULTADO LÓGICO-ILÓGICO - CUENTO
RESULTADO LÓGICO-ILÓGICO
RUPESTRE, que así lo bautizaron por haber nacido y vivido hasta sus veinte años en una caverna rocosa, se halló un mal día picado por el bicho del AMOR cuyos efectos lo obligaron a ir, acompañado de una bella joven a que el Juez, médico infalible para estos casos, le expidiera la receta necesaria.
Pero, como RUPESTRE era hombre de nunca faltar a sus promesas, y en vista de que un día antes de su boda prometió a su amada no acostarse con ella hasta haber alcanzado por lo menos una estrella para dársela como regalo nupcial, su primera noche de casado se fue al río que había cerca a su casa. De los sotos de la ribera comenzó a cortar varas de cañabrava y bejucos para unir a éstas por los extremos, con el fin de hacer una vara tan larga que llegara hasta el cielo.
Cuando inexplicablemente extenuado y derrotado regresó a casa, ya su mujer tenía ocho hijos y otro marido, el cual, con muecas de asco y ademanes de repulsión lo empujó hasta ponerlo en el camino luengo, abrupto y solitario.
ÁLAMO D'ZUBIA. Agosto 24 de 1987
RUPESTRE, que así lo bautizaron por haber nacido y vivido hasta sus veinte años en una caverna rocosa, se halló un mal día picado por el bicho del AMOR cuyos efectos lo obligaron a ir, acompañado de una bella joven a que el Juez, médico infalible para estos casos, le expidiera la receta necesaria.
Pero, como RUPESTRE era hombre de nunca faltar a sus promesas, y en vista de que un día antes de su boda prometió a su amada no acostarse con ella hasta haber alcanzado por lo menos una estrella para dársela como regalo nupcial, su primera noche de casado se fue al río que había cerca a su casa. De los sotos de la ribera comenzó a cortar varas de cañabrava y bejucos para unir a éstas por los extremos, con el fin de hacer una vara tan larga que llegara hasta el cielo.
Cuando inexplicablemente extenuado y derrotado regresó a casa, ya su mujer tenía ocho hijos y otro marido, el cual, con muecas de asco y ademanes de repulsión lo empujó hasta ponerlo en el camino luengo, abrupto y solitario.
ÁLAMO D'ZUBIA. Agosto 24 de 1987
sábado, 9 de abril de 2011
ÁLAMO D'ZUBIA - OH DULCE PLACER - CUENTO
OH DULCE PLACER
Avanzaba la madrugada de aquel día de Marzo. De repente una sinfonía sublimemente hermosa con sus alas orladas de ensueño indescifrable y notas arrobadoras, se adentraban por mis oídos y, estremeciendo las fibras de mi espíritu al posarse en sus reconditeces infinitas, me fue despertando.
Al abrir los ojos pude darme cuenta que aquella deliciosa música era el canto de los pájaros saludando el esplendor de la aurora. Salí de mi lecho dispuesto a tomar mi acostumbrado baño matinal y entonces percibí un aroma tan exquisito que pareció trastornar mis sentidos. Aquel perfume me recordó algo que al punto no pude saber qué era.
Luego del baño y de una sabrosa taza de café caliente, fui por mi recolector y por dos costales, dispuesto a iniciar mi labor de ese día. La extraña y exquisita fragancia aún persistía y es más, aumentaba a medida que caminaba. Me fui sintiendo absorto, pues el espectáculo era extremadamente hermoso. Ese encantador gorjeo, ese perfume siempre más agradable a cada instante y ese inefable color dorado de que estaba impregnado el horizonte, comenzaba a despertar mi sensibilidad de tal manera que me sentía casi fuera de la realidad.
Cuando hube caminado varios centenares de metros, mis ojos quedaron deslumbrados. Me hallé en ese momento mirando al Occidente y lo que vi fue majestuoso. A pocos pasos había extendida una inmensa esmeralda sobre la cual pululaban palpitantes y triunfales millones y millones de albos azahares. Fue entonces cuando comprendí de donde provenía el perfume que desde rato atrás me inquietara tanto. Frente a mí se abría un espléndido cafetal suntuosamente vestido de flores tan puras que revelaban la castidad celestial de la naturaleza.
A la combinación blanca y verde de los cafetos se sumaba otra no menos bella combinación. Más allá, en las cercanías del Cauca, una blanquísima sábana bordada en nieve se extendía por toda la planada, dejando al descubierto solamente las cimas de pequeñas colinas allí existentes. Yo estaba como embrujado.
Miraba hacia el horizonte, hacia los planes, hacia el cafetal. Aspiraba los perfumes, escuchaba los gorjeos y, como para completar aquel cuadro de insuperables fantasías, mostró más linda que nunca su cara el sol. Ante tal hechizo, tímida pero regocijadamente, sonreí.
Dime lector: Ante semejante collar de bellezas ¿no te sentirías de súbito entre un edén divinificado?.
En aquellos instantes de sublimidad, de magnificencia y de divinidad, sentí el más dulce placer deseado y pude concluir: "En la esencia de tanta plenitud vive alguien: DIOS
ÁLAMO D'ZUBIA. Marzo 3 de 1983
sábado, 2 de abril de 2011
ÁLAMOMD'ZUBIA - EL DESTINO DE ALCIÓN - CUENTO
COMENTARIO DEL AUTOR
Cuando se es dueño de un tesoro y ello es conocido por seres inicuos, siempre se está en grave peligro, así nuestro tesoro no vaya más allá que nuestro aprecio por la vida.
EL DESTINO DE ALCIÓN
El viento silbó su himno al misterio una vez más. ALCIÓN alzó la frente y su mirada se perdió en la infinitud del ampuloso domo de zafir que parecía tragarse todos sus sueños que era lo único que en su alma pastoril podía anidar. Era una hora vesperal y el crepúsculo ya empezaba a manifestarse. Algunas cigarras arrullaban los deliquios inevitables de la luz, y parecían a la vez abrir un agujero imperceptible por el que las sombras se iban, invadiendo con inexorable parquedad todo el vasto entorno. Una bandada de garzas, descendiendo retardadas desde lejanas campiñas, volaba presurosa rumbo al río. ALCIÓN agitó su diestra en señal de saludo, esto lo hacía siempre, pues tenía el convencimiento de que las aves se llevan las tristezas de los hombres y a su regreso van cargadas de bonancibles esperanzas las cuales derrochan a los hombres que tengan abierto el corazón a la plenitud de la pureza y al virginal cintilar del AMOR. El AMOR. Esa palabra debió habérsela enseñado el viento o tal vez la leda voz de los ríos, de lo contrario habría que pensar que fue la misma pureza de su espíritu quien instintivamente le enseñó tan bella expresión pues, de ningún ser humano la había oído jamás y menos había recibido el calor de tan grande sentimiento, primero, por haber vivido gran parte de su existencia en la más completa ausencia de compañía humana y segundo porque las pocas veces que entre sus congéneres vivió no sólo no oyó nunca pronunciar tal vocablo sino que, según sus recuerdos , hasta el aire que entre ellos respiró apestaba a odio y a muerte. Por eso optó por el más absoluto retiro.
-Si el hombre está obligado a temerle al hombre, mejor viviré entre las fieras del bosque. - Se dijo y en efecto se buscó asilo en un sosegado bosque donde desde entonces cantaba la canción indefectible de su paz interior. De esa paz que nunca entre los hombres encontró.
Aquella tarde ALCIÓN había estado recordando sus días de infancia, cuando cuidaba las ovejas de su tío y éste le flagelaba porque al anochecer, una vez terminada la jornada, ALCIÓN le pedía un poco de comer.
-Si para llenar tus arcas tengo que morirme de cansancio y de hambre, prefiero renunciar a tu seudo - protección. - Le dijo un día a su tío. Este tomó una cuerda, amarró con un extremo las manos del pequeño y lo colgó de una viga donde le dejó toda una noche.
-Esto te enseñará a no andar diciendo insensateces. - Dijo el viejo profiriendo maldiciones y juramentos.
Pero ALCIÓN pocos días después se fugó sin dejar pista de su destino. No obstante haberse librado de su tío, fue a dar a manos de un grupo de aserradores quienes lo trataron peor que a una bestia perjudicial. Fue entonces cuando determinó huir de los hombres.
Mas, cuando el destino de un hombre está marcado resulta inútil todo artificio para burlarlo. Tras veintiocho años - de los treinta y seis que estaba cumpliendo ese día - de haber vivido bajo la hospitalaria sombra de aquel acogedor bosque, el infortunio asechaba a este eterno enamorado de la LIBERTAD y de la PAZ las cuales sólo halló entre la naturaleza irracional.
Un grupo de cazafortunas llegado a las aldeas cercanas, oyó hablar de un hombre que llevaba muchos años en el bosque cuidando un tesoro de valor incalculable. Movidos dichos hombres por tales rumores se adentraron en el bosque, decididos a robar el supuesto tesoro.
Así que tan pronto desapareció la bandada de garzas tras unos montes lejanos, ALCIÓN se sentó en una piedra a comer frutos silvestres - su principal fuente alimenticia - cuando percibió entre los matorrales ruidos anormales. Aguzó el oído y se enteró que en verdad no se trataba de animales naturales del bosque. Intentó levantarse para investigar lo que sería, mas, justo en ese instante, tres hombres cayeron sobre él. Utilizaron cuanta tortura imaginable e inimaginable exista procurando obligarle a indicar el escondite de su tesoro. Tanta violencia utilizaron los seis hombres que eran en total que, ALCIÓN no la soportó. Con sus últimos hálitos dijo las siguientes palabras:
-Sí. Tengo un gran tesoro pero, ¿de qué os servirá robármelo? ¿De qué os servirá mi vida que ya se extingue?. Esa es una parte de mi tesoro. La otra la constituyen mi LIBERTAD y la PAZ de que he gozado. Y ¿qué gana un puñado de hombres robando la LIBERTAD y la PAZ a un ser que nunca quiso hacerle daño a nadie?. VIDA, LIBERTAD, PAZ y AMOR a la NATURALEZA son mi fortuna y vosotros me la arrebatáis. !Qué lástima!. Siempre opacaréis el fulgor de las estrellas con el insípido brillo de vulgares monedas halladas entre el estiércol.
Como es de suponerse, aquellos hombres no entendieron nada y luego de arduo e inútil buscar el supuesto oro, lo único que les interesaba, salieron del bosque con un indefinible desencanto turbándoles el ánimo, pero eso sí, sin el más mínimo remordimiento por el crimen cometido.
ÁLAMO D'ZUBIA. Mayo 23 de 1988.
Cuando se es dueño de un tesoro y ello es conocido por seres inicuos, siempre se está en grave peligro, así nuestro tesoro no vaya más allá que nuestro aprecio por la vida.
EL DESTINO DE ALCIÓN
El viento silbó su himno al misterio una vez más. ALCIÓN alzó la frente y su mirada se perdió en la infinitud del ampuloso domo de zafir que parecía tragarse todos sus sueños que era lo único que en su alma pastoril podía anidar. Era una hora vesperal y el crepúsculo ya empezaba a manifestarse. Algunas cigarras arrullaban los deliquios inevitables de la luz, y parecían a la vez abrir un agujero imperceptible por el que las sombras se iban, invadiendo con inexorable parquedad todo el vasto entorno. Una bandada de garzas, descendiendo retardadas desde lejanas campiñas, volaba presurosa rumbo al río. ALCIÓN agitó su diestra en señal de saludo, esto lo hacía siempre, pues tenía el convencimiento de que las aves se llevan las tristezas de los hombres y a su regreso van cargadas de bonancibles esperanzas las cuales derrochan a los hombres que tengan abierto el corazón a la plenitud de la pureza y al virginal cintilar del AMOR. El AMOR. Esa palabra debió habérsela enseñado el viento o tal vez la leda voz de los ríos, de lo contrario habría que pensar que fue la misma pureza de su espíritu quien instintivamente le enseñó tan bella expresión pues, de ningún ser humano la había oído jamás y menos había recibido el calor de tan grande sentimiento, primero, por haber vivido gran parte de su existencia en la más completa ausencia de compañía humana y segundo porque las pocas veces que entre sus congéneres vivió no sólo no oyó nunca pronunciar tal vocablo sino que, según sus recuerdos , hasta el aire que entre ellos respiró apestaba a odio y a muerte. Por eso optó por el más absoluto retiro.
-Si el hombre está obligado a temerle al hombre, mejor viviré entre las fieras del bosque. - Se dijo y en efecto se buscó asilo en un sosegado bosque donde desde entonces cantaba la canción indefectible de su paz interior. De esa paz que nunca entre los hombres encontró.
Aquella tarde ALCIÓN había estado recordando sus días de infancia, cuando cuidaba las ovejas de su tío y éste le flagelaba porque al anochecer, una vez terminada la jornada, ALCIÓN le pedía un poco de comer.
-Si para llenar tus arcas tengo que morirme de cansancio y de hambre, prefiero renunciar a tu seudo - protección. - Le dijo un día a su tío. Este tomó una cuerda, amarró con un extremo las manos del pequeño y lo colgó de una viga donde le dejó toda una noche.
-Esto te enseñará a no andar diciendo insensateces. - Dijo el viejo profiriendo maldiciones y juramentos.
Pero ALCIÓN pocos días después se fugó sin dejar pista de su destino. No obstante haberse librado de su tío, fue a dar a manos de un grupo de aserradores quienes lo trataron peor que a una bestia perjudicial. Fue entonces cuando determinó huir de los hombres.
Mas, cuando el destino de un hombre está marcado resulta inútil todo artificio para burlarlo. Tras veintiocho años - de los treinta y seis que estaba cumpliendo ese día - de haber vivido bajo la hospitalaria sombra de aquel acogedor bosque, el infortunio asechaba a este eterno enamorado de la LIBERTAD y de la PAZ las cuales sólo halló entre la naturaleza irracional.
Un grupo de cazafortunas llegado a las aldeas cercanas, oyó hablar de un hombre que llevaba muchos años en el bosque cuidando un tesoro de valor incalculable. Movidos dichos hombres por tales rumores se adentraron en el bosque, decididos a robar el supuesto tesoro.
Así que tan pronto desapareció la bandada de garzas tras unos montes lejanos, ALCIÓN se sentó en una piedra a comer frutos silvestres - su principal fuente alimenticia - cuando percibió entre los matorrales ruidos anormales. Aguzó el oído y se enteró que en verdad no se trataba de animales naturales del bosque. Intentó levantarse para investigar lo que sería, mas, justo en ese instante, tres hombres cayeron sobre él. Utilizaron cuanta tortura imaginable e inimaginable exista procurando obligarle a indicar el escondite de su tesoro. Tanta violencia utilizaron los seis hombres que eran en total que, ALCIÓN no la soportó. Con sus últimos hálitos dijo las siguientes palabras:
-Sí. Tengo un gran tesoro pero, ¿de qué os servirá robármelo? ¿De qué os servirá mi vida que ya se extingue?. Esa es una parte de mi tesoro. La otra la constituyen mi LIBERTAD y la PAZ de que he gozado. Y ¿qué gana un puñado de hombres robando la LIBERTAD y la PAZ a un ser que nunca quiso hacerle daño a nadie?. VIDA, LIBERTAD, PAZ y AMOR a la NATURALEZA son mi fortuna y vosotros me la arrebatáis. !Qué lástima!. Siempre opacaréis el fulgor de las estrellas con el insípido brillo de vulgares monedas halladas entre el estiércol.
Como es de suponerse, aquellos hombres no entendieron nada y luego de arduo e inútil buscar el supuesto oro, lo único que les interesaba, salieron del bosque con un indefinible desencanto turbándoles el ánimo, pero eso sí, sin el más mínimo remordimiento por el crimen cometido.
ÁLAMO D'ZUBIA. Mayo 23 de 1988.
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