sábado, 2 de abril de 2011

ÁLAMOMD'ZUBIA - EL DESTINO DE ALCIÓN - CUENTO

COMENTARIO DEL AUTOR

Cuando se es dueño de un tesoro y ello es conocido por seres inicuos, siempre se está en grave peligro, así nuestro tesoro no vaya más allá que nuestro aprecio por la vida.

EL DESTINO DE ALCIÓN

El viento silbó su himno al misterio una vez más. ALCIÓN alzó la frente y su mirada se perdió en la infinitud del ampuloso domo de zafir que parecía tragarse todos sus sueños que era lo único que en su alma pastoril podía anidar. Era una hora vesperal y el crepúsculo ya empezaba a manifestarse. Algunas cigarras arrullaban los deliquios inevitables de la luz, y parecían a la vez abrir un agujero imperceptible por el que las sombras se iban, invadiendo con inexorable parquedad todo el vasto entorno. Una bandada de garzas, descendiendo retardadas desde lejanas campiñas, volaba presurosa rumbo al río. ALCIÓN agitó su diestra en señal de saludo, esto lo hacía siempre, pues tenía el convencimiento de que las aves se llevan las tristezas de los hombres y a su regreso van cargadas de bonancibles esperanzas las cuales derrochan a los hombres que tengan abierto el corazón a la plenitud de la pureza y al virginal cintilar del AMOR. El AMOR. Esa palabra debió habérsela enseñado el viento o tal vez la leda voz de los ríos, de lo contrario habría que pensar que fue la misma pureza de su espíritu quien instintivamente le enseñó tan bella expresión pues, de ningún ser humano la había oído jamás y menos había recibido el calor de tan grande sentimiento, primero, por haber vivido gran parte de su existencia en la más completa ausencia de compañía humana y segundo porque las pocas veces que entre sus congéneres vivió no sólo no oyó nunca pronunciar tal vocablo sino que, según sus recuerdos , hasta el aire que entre ellos respiró apestaba a odio y a muerte. Por eso optó por el más absoluto retiro.
-Si el hombre está obligado a temerle al hombre, mejor viviré entre las fieras del bosque. - Se dijo y en efecto se buscó asilo en un sosegado bosque donde desde entonces cantaba la canción indefectible de su paz interior. De esa paz que nunca entre los hombres encontró.
Aquella tarde ALCIÓN había estado recordando sus días de infancia, cuando cuidaba las ovejas de su tío y éste le flagelaba porque al anochecer, una vez terminada la jornada, ALCIÓN le pedía un poco de comer.
-Si para llenar tus arcas tengo que morirme de cansancio y de hambre, prefiero renunciar a tu seudo - protección. - Le dijo un día a su tío. Este tomó una cuerda, amarró con un extremo las manos del pequeño y lo colgó de una viga donde le dejó toda una noche.
-Esto te enseñará a no andar diciendo insensateces. - Dijo el viejo profiriendo maldiciones y juramentos.

Pero ALCIÓN pocos días después se fugó sin dejar pista de su destino. No obstante haberse librado de su tío, fue a dar a manos de un grupo de aserradores quienes lo trataron peor que a una bestia perjudicial. Fue entonces cuando determinó huir de los hombres.
Mas, cuando el destino de un hombre está marcado resulta inútil todo artificio para burlarlo. Tras veintiocho años - de los treinta y seis que estaba cumpliendo ese día - de haber vivido bajo la hospitalaria sombra de aquel acogedor bosque, el infortunio asechaba a este eterno enamorado de la LIBERTAD y de la PAZ las cuales sólo halló entre la naturaleza irracional.
Un grupo de cazafortunas llegado a las aldeas cercanas, oyó hablar de un hombre que llevaba muchos años en el bosque cuidando un tesoro de valor incalculable. Movidos dichos hombres por tales rumores se adentraron en el bosque, decididos a robar el supuesto tesoro.
Así que tan pronto desapareció la bandada de garzas tras unos montes lejanos, ALCIÓN se sentó en una piedra a comer frutos silvestres - su principal fuente alimenticia - cuando percibió entre los matorrales ruidos anormales. Aguzó el oído y se enteró que en verdad no se trataba de animales naturales del bosque. Intentó levantarse para investigar lo que sería, mas, justo en ese instante, tres hombres cayeron sobre él. Utilizaron cuanta tortura imaginable e inimaginable exista procurando obligarle a indicar el escondite de su tesoro. Tanta violencia utilizaron los seis hombres que eran en total que, ALCIÓN no la soportó. Con sus últimos hálitos dijo las siguientes palabras:
-Sí. Tengo un gran tesoro pero, ¿de qué os servirá robármelo? ¿De qué os servirá mi vida que ya se extingue?. Esa es una parte de mi tesoro. La otra la constituyen mi LIBERTAD y la PAZ de que he gozado. Y ¿qué gana un puñado de hombres robando la LIBERTAD y la PAZ a un ser que nunca quiso hacerle daño a nadie?. VIDA, LIBERTAD, PAZ y AMOR a la NATURALEZA son mi fortuna y vosotros me la arrebatáis. !Qué lástima!. Siempre opacaréis el fulgor de las estrellas con el insípido brillo de vulgares monedas halladas entre el estiércol.
Como es de suponerse, aquellos hombres no entendieron nada y luego de arduo e inútil buscar el supuesto oro, lo único que les interesaba, salieron del bosque con un indefinible desencanto turbándoles el ánimo, pero eso sí, sin el más mínimo remordimiento por el crimen cometido.

ÁLAMO D'ZUBIA. Mayo 23 de 1988.

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